Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en todos los ámbitos de nuestras vidas están generando un cambio significativo en las formas en que trabajamos, nos relacionamos y aprendemos.
Estas se plantean, así, como un hecho trascendente. En primer lugar, porque derivan de una aceleración en los cambios y avances científico-técnicos y, en segundo lugar, porque, paradójicamente, generan cambios en las estructuras sociales, económicas, laborales e individuales.
Ese escenario trae la creación de nuevos entornos de comunicación: se establecen nuevas formas de integración de los usuarios con las máquinas; se modifican los clásicos roles de receptor y transmisor de información, y el conocimiento contextualizado se construye en la interacción que el sujeto y la máquina establecen.
El acceso y tratamiento de la información sin barreras en espacio y en temporales trae el surgimiento de un nuevo concepto de mediación educativa que afecta al modelo de relación entre el individuo, la cultura y la enseñanza.
El rol de las nuevas tecnologías de la información en los procesos de cambio social y cultural cobra particular relevancia en el ámbito educativo. Su incorporación al ámbito educativo promueve la creación de nuevos entornos didácticos que afectan de manera directa tanto a los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje como al escenario donde se lleva a cabo el mismo. Este nuevo entorno, creado a partir de las nuevas tecnologías, requiere un nuevo alumno: más preocupado por el proceso que por el producto; preparado para la toma de decisiones, y la elección de su ruta de aprendizaje. En definitiva, preparado para el autoaprendizaje, se abre un desafío a nuestro sistema educativo, preocupado por la adquisición y memorización de información.
Por ello, las nuevas tecnologías aportan un nuevo reto al sistema educativo, que consiste en pasar de un modelo unidireccional de formación, donde por lo general los saberes recaen en el profesor o en su sustituto, el libro de texto, a modelos más abiertos y flexibles, donde la información, situada en grandes bases de datos, tiende a ser compartida entre diversos alumnos. Frente a los modelos tradicionales de comunicación que se dan en nuestra cultura escolar, algunas tecnologías generan una nueva alternativa tendiente a modificar el aula como conjunto arquitectónico y cultural estable, donde el alumno puede interactuar con otros compañeros y profesores que no tienen por qué estar situados en un mismo contexto espacial.
El profesor va a sufrir un cambio profundo con respecto al que ha ejercido de forma tradicional; pasará de ser el elemento predominante y exclusivo en la transmisión de conocimientos, a convertirse en una pieza clave del proceso enseñanza-aprendizaje, como elemento mediador generador y organizador de las situaciones de aprendizaje. También constituirá una pieza esencial de todo proceso de mejora cualitativa de la enseñanza, para lo cual su formación inicial en nuevas tecnologías resulta fundamental. De ahí que haya que plantearse seriamente el tema de la formación de docentes con el uso de las nuevas tecnologías desde planteamientos pedagógicos que garanticen la verdadera integración de estas herramientas en la realidad escolar.
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